Esta burgalesa perroflautera, que odia que le digan que es una perroflauta por cierto, vino de esa ciudad rancia de curas y militares, con una buena morcillica bajo el brazo, a la capital, dispuesta a comerse las pollas de todos los comensales. Tambien se trajo una botella de cerveza de 2 litros que se la pimpló mientras mamaba polla.