Contra la rutina.

A pesar de sentirme muy agusto con mi pareja hay algo que me preocupa. Nos encanta pajearnos, follar, y cuando la distancia no lo permite, calentarnos con cualquier pretexto. Sin embargo, el pasado sábado, hablando con un amigo comentábamos que en la cama siempre hacemos lo mismo con nuestras chicas. No quiero la rutina del sexo en pareja, así que me pongo a pensar en formas de echar leña al fuego. Aquí van unas cuantas iniciativas, viejas y nuevas:



-Sexo en lugares públicos: Antes follabamos en cualquier sitio porque un cuerpo buscaba al otro con urgencia inaplazable. Cruzar una mirada nos bastaba, ansiosos los dos sabíamos lo que queríamos. Al poco ya tenía mi polla fuera del pantalón, tan dura que dolía, y mis dedos resbalaban empapados debajo de sus braguitas.



-Juegos:


Ella con un vestido muy ceñido y corto, toda curvas, su escote atrae las miradas de todos los machos con los que se cruza. Me la imagino paseando así por la calle sin bragas y se me anuda la garganta.




Escote atrapa miradas.



Otra. La recuerdo ensartada por su consolador, la máquina a máxima velocidad bailando dentro de ella, el pequeño apéndice vibrando enterrado entre sus labios. Y todo esa baba blanca corriendo entre sus piernas...



Y una última. Mi chica de pie, en bragas y sujetador, sus ojos vendados con un foulard. Me acerco a ella disfrutando de las vistas. Peligrosas curvas de piel morena y las tetazas agitándose inquietas, prisioneras dentro del sostén, me vuelven loco. Me aproximo y dejo que sienta mi piel desnuda contra la suya, pero aparto sus manos de mí. Hoy mando solo yo. Sentada sobre mis rodillas en el borde la cama comienzo a acariciar su piel tostada. Mis manos la torturan, demorando el momento de acariciar su entrepierna. Ella me espera con las piernas bien abiertas. Me excita su impaciencia. Cuando por fin mis dedos violan la intimidad de sus braguitas encuentro su sexo húmedo y tumefacto. La pajeo como solo yo se hacerlo y ella se retuerce de gusto encima mío hasta que mis dedos están bien mojados. Me encanta pajearla, sentir sus espasmos y ver su cara de placer.


-Otra chica: Hace tiempo que lo venimos hablando, pero no terminamos de decidirnos. Ahora tenemos otra candidata. ¿Será esta la definitiva? Me parece que no, no estamos listos para meter a otra mujer en nuestra cama, pero la idea es tan tentadora...


En definitiva, se trata de añadir más morbo a la relación, hacerla más excitante y que no se convierta en pura rutina, el sexo como una obligación más a la que atender.



¿Se os ocurre alguna idea más?
 
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